En el siglo XIX va a aparecer con una fuerza incontenible el fenómeno nacionalista que a la larga transformará la vieja Europa. El nacionalismo, por la influencia de las ideas de libertad y nación de la Revolución Francesa. El nacionalismo va a ser el soporte de un proceso de expansión territorial que llevará a la ocupación de territorios lejanos y a la formación de los imperios coloniales a finales del siglo XIX y principios del XX.
Por último, señalar la importancia y trascendencia del fenómeno y su vigencia hoy en día, tanto en Europa (desintegración de Yugoslavia, fragmentación de Checoslovaquia, desintegración de la Unión Soviética) como en España (ascenso y pujanza de los nacionalismos vasco y catalán), fenómenos todos ellos difíciles de explicar sin el componente nacionalista.
Sus defensores proclamaban el derecho de construir estados que se identificaran con las nacionalidades, es decir, con aquellas colectividades que tenían en común elementos tales como idioma, religión, costumbres, sentimientos e intereses.
El movimiento nacionalista más poderoso, culturalmente, se dio en Alemania. Allí coincidiendo con el romanticismo que surgió una generaciones de intelectuales que se extendera en el siglo XIX.
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