sábado, 4 de enero de 2014

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La Guerra de Yom Kipur es uno de los mayores desafíos al que se enfrentó tanto el Estado de Israel durante su historia, como las Fuerzas de Defensa de Israel, convirtiéndose así en una experiencia traumática para toda la población israelí. 


En 1973, Anwar el-Sadat, presidente de Egipto, y Hafez Al Assad, presidente de Siria, se aliaron para comenzar una nueva guerra contra Israel en la que contarían con el apoyo de una división blindada enviada por Irak y con el de brigadas de voluntarios de los principales países del norte de África y el Golfo Pérsico. 

El plan de Egipto y Siria era sencillo y eficaz, aprovecharían la celebración de la fiesta religiosa del Yom Kippur o “Día del Perdón”, momento en el que la mayoría de judíos ayunan en soledad para pedir la expiación de sus pecados y en el que las guarniciones fronterizas de Israel contaban con apenas la mitad de tropas que en días normales, para lanzar un ataque relámpago que les permitiera recuperar los territorios perdidos en 1967.



Una vez que Egipto recuperara el desierto del Sinaí y que Siria reconquistara los Altos del Golán, la URSS se encargaría de presentar ante al ONU una resolución para obligar a los contendientes a un alto el fuego, con el cual se evitaría el contraataque judío y los árabes saldrían así victoriosos.

El gobierno de Israel estaba tan convencido de su superioridad militar que desoyó todos los informes de su eficaz servicio de inteligencia en los que se advertían de los preparativos bélicos que estaban llevando a cabo Egipto y Siria y, en vez de cancelar los permisos de sus soldados y reforzar las fronteras, prefirió pedir a EEUU que mediara en el previsible conflicto

La guerra del Yom Kippur terminó con una victoria israelí, el ejército israelí fue capaz de defenderse exitosamente y luego contraatacar a sus dos adversarios, derrotándolos uno por uno. Pero esta impactante victoria táctica no fue tan determinante estratégicamente por la intervención de la ONU y porque había costado a Israel más de 2.500 muertos, 3.000 heridos y 500 desaparecidos. Las pérdidas materiales también eran cuantiosas: 120 aviones y más de 600 blindados.



El fracaso de la ofensiva del Yom Kippur convenció al presidente Sadat de la conveniencia de abandonar la lucha contra Israel y dedicarse a una política basada en el fortalecimiento y desarrollo de Egipto. Este nuevo pensamiento les permitió reiniciar un nuevo camino hacia la paz con el orgullo intacto. En 1974 la mediación de paz del secretario de estado norteamericano Henry Kissinger, sumada a la presión de la enorme subida de precios del petróleo iniciada por los países árabes, consiguió que se lograra una fructífera paz en la zona. 

Una paz en la que se devolvía a Egipto la Península de Sinaí, lo cual hizo que desde entonces Egipto se alejara de la URSS y se acercara a EEUU, el país que le había devuelto el terreno perdido. Desde entonces, Egipto ha mantenido buenas relaciones con Israel y se ha dedicado a progresar en su modernización y despegue económico. Siria por el contrario decidió seguir las directrices de la URSS.

Desde entonces, Israel se ha convertido en una superpotencia en la zona con una capacidad disuasiva indiscutible y que mantiene buenas relaciones con sus vecinos árabes. Hoy en día la mayor amenaza que sufre Israel no es la guerra convencional sino la amenaza terrorista palestina.

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