Se llama crisis de los misiles a los trece días de octubre de 1962 en los que Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron a punto de comenzar una guerra nuclear por Cuba.
Los soviéticos habían comenzado a construir las instalaciones para poder desplegar misiles de alcance medio e intermedio con capacidad nuclear en la isla de Cuba, a tan sólo 90 millas de las costas de Estados Unidos.
La URSS vio en Cuba la base necesaria para el apoyo a nuevas oleadas revolucionarias pro-soviéticas en países americanos, así como por su cercanía a Florida, una base militar desde donde poder amenazar a los Estados Unidos sin que éstos tuvieran tiempo de reacción, igualando así la amenaza que significaba para los soviéticos los misiles estadounidenses emplazados en Turquía.
El 16 de octubre de 1962 el gobierno de Estados Unidos recibe las fotos tomadas el día anterior por dos aviones de reconocimiento. Este día se considera el inicio de la crisis de los misiles.
El 19 de octubre queda claro por más fotografías que toman los aviones estadounidenses que hay al menos otros cuatro lugares en los que se realizan obras para desplegar misiles. Finalmente se impone la idea de bloquear las aguas internacionales y el espacio aéreo que rodea a Cuba y se dan órdenes al Ejército para prepararse para imponerlo y, al mismo tiempo, que comience a prepararse para una posible invasión. Robert McNamara es uno de los grandes defensores de esta opción.
Kennedy, se dirigió a la Nación con un mensaje televisado de 17 minutos, el 22 de octubre de 1962. Habló de establecer una cuarentena y un cerco alrededor de la isla, para cumplir esta medida se desplegaron barcos y aviones de guerra estadounidenses.
Jrushchov dirigió un mensaje a Kennedy el 24 de octubre: " (...) la URSS ve el bloqueo como una agresión y no instruirá a los barcos que se desvíen"; pero en las primeras horas de la mañana, los buques soviéticos disminuyeron la velocidad y regresaron o alteraron sus rutas.
Khrushchev perdió el poder dos años más tarde. En parte porque se le vio como que no había defendido bien los intereses soviéticos y por no haber previsto las consecuencias de sus acciones. Kennedy fue asesinado apenas un año después.
Castro conservó el poder y se aseguró de que Cuba no sería invadida por los Estados Unidos. Sin embargo, sus relaciones con los soviéticos sufrieron ya que desde La Habana las negociaciones durante la crisis de los misiles, en las que no se les tuvo realmente en cuenta, se consideraron una especie de traición.
Sin embargo las armas fueron retiradas y enviadas a la Unión Soviética en diciembre de 1962. Ello se debió a que Anastas Mikoyan, el ruso encargado de negociar este asunto con Castro consideró que el líder cubano no era una persona a la que se podía confiar el control de un armamento con capacidad equivalente a 100 bombas de Hiroshima.
De esta forma se puso término a la crisis sin dar muestras de debilidad ni de derrota por ninguna de ambas potencias.
Se creó el llamado teléfono rojo, línea directa entre la Casa Blanca y el Kremlin, con el fin de agilizar las conversaciones entre ambas potencias durante períodos de crisis.
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