Tras el violentísimo conflicto, el bloque capitalista y el comunista se enzarzaron en una contienda estratégica, conocida como Guerra Fría, en la que las dos potencias nunca se enfrentarían directamente y utilizarían a terceros en sus refriegas. Sin embargo, los contendientes encontraron en la conquista del espacio un campo en el que 'combatir' de manera directa y demostrar qué modelo social y político era superior: comenzaba la carrera espacial entre los adalides del capitalismo y el comunismo.
El 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética lanzaba al espacio el Sputnik 1, el primer satélite artificial de la historia. La noticia corrió como la pólvora por EE UU y por todo el mundo. El insistente 'bip-bip' que emitía el satélite hizo que la Bolsa de Wall Street bajara.
Los soviéticos demostraron que eran los más espabilados de la clase: por poco o por mucho, lograban casi todos los hitos espaciales antes que sus rivales americanos. La URSS mandó al primer ser vivo al espacio (la perrita Laika).
Lanzaría al primer hombre (Yuri Gagarin) y a la primera mujer (Valentina Tershkova), y realizó el primer paseo espacial.
El presidente John Fitzgerald Kennedy llegó a la Casa Blanca en un panorama muy turbulento. En abril de 1961, su primer año como presidente, la situación parecía sonreír a una URSS comandada por Nikita Jrushev, el líder que más apoyó la carrera espacial. Sólo en abril, la URSS había mandado al primer hombre al espacio, cinco días antes del ridículo de la invasión pro estadounidense de la Bahía de Cochinos en Cuba.
EE UU necesitaba un golpe de efecto y Kennedy hizo gala de su talante deportivo y se fijó en un programa ya iniciado, el Apollo: "Creo que este país debería comprometerse a alcanzar el objetivo, antes del final de esta década, de poner un hombre sobre la superficie de la Luna y hacerle regresar a la Tierra sano y salvo".
Sin embargo, ni el presupuesto ni el plazo era ilimitados por lo que de los veinte vuelos de prueba previstos, sólo se realizaron tres antes de enviar al espacio al Apolo 11. EE UU puso toda su maquinaria propagandística a trabajar y 600 millones de personas vieron por televisión el primer paso lunar de Armstrong. Como si de una épica producción hollywoodiense se tratara, EE UU ganaba por K.O. a la URSS en el último asalto.
Los americanos lograron colocar otras seis misiones en la Luna mientras la URSS, que sólo logró llevar sondas no tripuladas al satélite, intentaba ocultar su fracaso negando que hubieran intentado llevar cosmonautas a la Luna. Décadas después tuvieron que admitir que así fue.
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